Corazones Contra el Miedo: La red solidaria que protege a inmigrantes en el sur de California

 

Animadoras y el equipo de baile de la escuela superior Katella empacan víveres para entrega comunitaria en Anaheim el 24 de junio de 2025. Foto de Karla Gachet para palabra

 

Una tarde cualquiera en una autopista desató una cadena de bondad entre organizaciones, voluntarios, y jóvenes que convirtieron el miedo en acción.

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Sentada sobre un balde vacío, detrás de dos cubetas con coloridos ramos florales, una señora de 70 años intentaba vender sus arreglos. Era una mujer de baja estatura, piel morena curtida por el sol y una mirada maternal. Su rostro, surcado por arrugas profundas, reflejo de años de esfuerzo y resistencia. Sentada al costado de la salida de una concurrida autopista de Los Ángeles, su alma y su corazón tenían miedo. “Sentí como una puñalada en la garganta”, dijo Tito Rodríguez al describir el instante que vio a la mujer.

“¡Hola, señora! Vámonos, vámonos. Está muy peligroso andar en la calle”, le gritó Tito con el corazón en la mano, mientras encendía las luces intermitentes y estacionaba su van en la salida de la autopista. En esa zona se había reportado la presencia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés).

“Yo la llevo a su casa. Y tengo unos amigos que le quieren dar dinero pa’ que no tenga que estar en la calle”, agregó Tito al acercarse. El temor de la señora era evidente en el brillo de sus ojos, pero accedió y siguió las órdenes. En segundos, salieron del área. Camino a casa, Tito le entregó 800 dólares para que pagara la renta del mes y pudiera tener un poco de tranquilidad.

Tito y la vendedora de flores se cruzaron por azares del destino. Esa tarde, el fundador y director de Local Hearts Foundation regresaba a casa tras recibir una donación de 10,000 dólares para su organización. Dice que no habría podido haber hecho ese acto de caridad sin la aportación de sus amigos Los Singers, propietarios de negocios locales y donantes frecuentes a la fundación.

 
 

Días después, Tito, líder comunitario conocido como Hood Santa, se topó en una transitada calle de Los Ángeles a tres hombres vendiendo cerezas y naranjas. Preocupado por su seguridad ante reportes de ICE en la zona, les ofreció comprarles la mercancía y llevarlos a casa. Les pagó 700 dólares por las frutas y a cada uno les dio 200.

Estos actos de bondad no son nuevos para Tito, quien lleva 14 años apoyando a comunidades del condado de Los Ángeles. A través de su fundación, y en colaboración con otras organizaciones, ha provisto a miles de familias comida, artículos básicos y, en ocasiones, cosas no esenciales pero que alegran el alma.

Una de sus colaboraciones más recientes es con Food Finders, que cada miércoles le entrega dos paletas de frutas y verduras para repartir en sus comunidades. Usualmente, la gente iba a buscar las donaciones, pero el miércoles 11 de junio todo cambió.


‘Somos como justicieros, pero para hacer el bien … No nos estamos escondiendo y no tenemos miedo’.


Tras varios días de redadas de ICE y cientos de detenidos, muchas comunidades se paralizaron por miedo a ser arrestadas. Por precaución, muchos dejaron de salir de casa, y la logística de Local Hearts Foundation dio un giro total. El teléfono de Tito se congeló de tantos mensajes que comenzó a recibir.

“Oye, Tito, ¡tenemos hambre!” “¿Me puedes ayudar con algo de despensa?” “Me da miedo salir.” “¿Me puedes ayudar con algo de comida?” “Mis hijos nacieron aquí, pero si me meto en problemas, si me agarran, ¿qué va a pasar con mis hijos?”, son algunos de los mensajes de texto que recibió.

“Tenemos que cambiar de rumbo, tenemos que hacer algo diferente aquí para alimentar a las familias afectadas”, Tito se dijo a sí mismo tras recoger las donaciones. “Tenemos que tomar esta despensa que está llegando y dársela a las familias que están siendo afectadas, a esas familias que tienen miedo de salir”.

 
 

Tito entendió que ahora debía hacer entregas a domicilio, hasta la puerta de las casas. “Las personas que tienen miedo no tienen que exponerse saliendo”. Reunió a sus familiares y seres queridos, y comenzó a preparar bolsas de alimentos.

“Somos como justicieros, pero para hacer el bien”, dijo Tito. “No nos estamos escondiendo y no tenemos miedo”. Ese día prepararon más de 200 bolsas de comida.

Reunió la información de quienes pedían ayuda, trazó rutas, y asignó a personas de confianza para hacer las entregas con él.

“Aquí está la información, y cuando terminen con ella, quémenla”, ordenó Tito para proteger la identidad de su comunidad. Ese primer día, más de 200 familias recibieron algo de alivio.

Pero los mensajes de auxilio no cesaron al día siguiente, mientras aumentaban los reportes de arrestos por parte de ICE en el condado de Los Ángeles. Hasta entonces, las autoridades habían confirmado al menos 330 detenciones, sin contar los casos aún no verificados. El temor crecía minuto a minuto y miles temían salir de casa.

Tito usó su poder en redes sociales para convocar a sus seguidores. Publicó videos preparando bolsas de alimentos y haciendo entregas, con el objetivo de inspirar y crear una red de apoyo donde la misma comunidad fuera la protagonista. Y así fue.

En cuestión de horas, recibió un mar de mensajes de solidaridad y empatía: miembros de la comunidad querían donar dinero, su tiempo, o lo que hiciera falta. También se sumaron negocios de dueños latinos.

Una panadería donó 240 piezas de pan; una carnicería, 150 libras de carne y 50 paquetes de tortillas; una frutería, más de un palés de frutas y verduras; y otro negocio, 2,000 libras de pollo.

De dólar en dólar, de donación en donación, Local Hearts Foundation sigue llenando bolsas de alimentos y entregándolas a domicilio cada día. Tito reconoce que el futuro del país es incierto, pero él y su comunidad seguirán presentes hasta que ya no haya necesidad.

Esta ola de apoyo comunitario también tocó los corazones más jóvenes. A más de 30 millas al sureste de Los Ángeles, en Anaheim, el equipo de animadoras y de baile de la escuela superior Katella pausaron sus ensayos para organizarse y brindar alivio a familias del condado de Orange.

Con sus uniformes rojo y negro, y sus pompones en mano, estos grupos de estudiantes demostraron que cuando se trata de servir a la comunidad, el espíritu de equipo también se vive fuera de la cancha.

 

Animadoras y el equipo de baile organizan donaciones de alimentos y artículos esenciales en la escuela superior Katella para distribución comunitaria el 24 de junio de 2025. Foto de Karla Gachet para palabra

 

Durante semanas, con gran energía, animaron con sus pompones mientras llegaban vehículos con donaciones al gimnasio escolar. Ellas mismas las descargaban y trasladaban a la zona de empaque. Lo hicieron no por obligación, sino porque entienden que su comunidad las necesita. Están dispuestas a alzar la voz, y sus pompones, por una causa mayor. Esta es su forma de protestar.

“Dicen que quieren protestar, pero también quieren estar seguras porque son muy jóvenes”, compartió Danna.

En medio del gimnasio, varias mesas servían para separar los artículos: una para bebidas, otra para despensa, una para papel higiénico, y otra para productos de higiene personal y limpieza del hogar.

A un costado, decenas de bolsas blancas reciclables llenas de donaciones, esperaban ser repartidas. Todas llevaban un mensaje personalizado.

“Tú importas, incluso cuando todo se siente abrumador”, dice un mensaje. “Cree en el poder de tu resiliencia. Tienes la fuerza para superar cualquier tormenta”, lee otro. Todos con la intención de animar a no darse por vencidos.

 

Alimentos y artículos donados siendo clasificados en un salón de la escuela superior Katella el 24 de junio de 2025. Foto de Karla Gachet para palabra

Animadoras y el equipo de baile en la escuela superior Katella escriben mensajes de aliento para los beneficiarios de víveres. La nota lee “Nunca estás solo en este camino. -El equipo de ánimo KHS.” Foto de Karla Gachet para palabra

 

La idea de hacer una colecta comunitaria y de transformar el gimnasio en un centro de acopio y distribución fue de la entrenadora Danna Corona, pero quién encendió la chispa fue su hermana Sarah, quien es voluntaria en el equipo.

Al ver el temor en su comunidad, Sarah propuso juntar paquetes de ayuda para las familias afectadas por la situación sociopolítica.

“Nuestra escuela tiene una gran población que está siendo afectada, tanto familias como vecinos y otros miembros de la comunidad que nos rodea”, comentó Danna. “Hemos tenido personas en nuestro equipo que han tenido dificultades para llegar a los entrenamientos porque sus padres no han podido llevarlos a la escuela”.

“Sabemos que tienen miedo. Lo que más sentimos de parte de ellos es el miedo. Quieren estar a salvo, quieren mantener a sus hijos a salvo”, continuó Danna. “Está afectando a todos a nivel personal, físico, y emocional”.

 

Danna Corona, entrenadora de animadoras de la escuela superior Katella, y su hermana y asistente Sarah entregan víveres en Anaheim el 24 de junio de 2025. Foto de Karla Gachet para palabra

Las hermanas Corona han entregado víveres diariamente a familias desde que empezaron las redadas de ICE en junio 2025. Foto de Karla Gachet para palabra

Danna Corona, izquierda, entrenadora de las animadoras, y su asistente y hermana Sarah Corona iniciaron el programa de entrega de víveres en la escuela superior Katella. Foto de Karla Gachet para palabra

 

Algunos estudiantes se vieron forzados a convertirse en cabeza del hogar de la noche a la mañana.

“Tengo un par de estudiantes cuyos familiares fueron detenidos durante las redadas. Ahora tienen que cambiar su enfoque de la educación a apoyar a sus hermanos, quedarse en casa, y asumir el papel de cuidadores. Están en modo de supervivencia”, dijo Ángel Acosta, director de la escuela superior durante la sesión de verano.

El temor y la incertidumbre han sido tales que al menos una familia optó por regresar voluntariamente a su país de origen.

“Es triste. Han retirado a sus hijos de la escuela y me han dicho que se van de regreso a México”, compartió con un nudo en la garganta Mister Acosta, como le llaman sus estudiantes.

El impacto no solo se refleja en la matrícula, sino también en las historias personales que dejan una huella profunda en la comunidad escolar.

“La verdad, me desanimó mucho. Eso no es lo que queremos para nuestras familias, especialmente en nuestro distrito. Queremos asegurarnos de que estén apoyadas, de brindarles servicios, y atender sus necesidades. Pero esto está fuera de nuestro control”, continuó Acosta.

 

El equipo de baile de la escuela superior Katella muestra espíritu comunitario apoyando a inmigrantes de Anaheim. Foto de Karla Gachet para palabra

 

El director asegura que trabaja con las familias afectadas para apoyarlas. Además, el plantel cuenta con una trabajadora social que también les brinda apoyo socioemocional frente al trauma.

Añadió Danna, “Esperamos no solo brindar artículos físicos, sino también ofrecer recursos de salud mental, apoyo para la planificación de situaciones, así como información y recursos sobre inmigración”.

Más allá del apoyo logístico, el mensaje de Acosta para sus estudiantes es claro y esperanzador:

“No dejes que la ignorancia de otros limite tu potencial. Eres resiliente. Eres fuerte. Sigue haciendo lo que estás haciendo. Tienes una escuela aquí que va a apoyarte sin importar tu estatus”.

Ese respaldo incondicional no solo se manifiesta dentro del plantel, también ha encontrado eco más allá de las aulas gracias al poder de las redes sociales.

 

Animadoras practican en el gimnasio de la escuela superior Katella después de preparar bolsas de víveres para distribución comunitaria. Foto de Karla Gachet para palabra

 

Danna y Acosta coinciden en que, en tiempos difíciles, la solidaridad digital ha sido clave. Aseguran que no habrían logrado tanto sin esa herramienta. Aunque su cuenta de Instagram tenía solo unos cientos de seguidores, la imagen con la información de la colecta y distribución de alimentos fue compartida más de 450 veces. Así, muchos miembros de la comunidad y negocios locales se pusieron en contacto para ofrecer su apoyo.

Una cadena de supermercados donó varias palés de alimentos para apoyar la causa. Otras organizaciones y negocios locales también contactaron a la escuela para ofrecer su respaldo, demostrando cómo una simple publicación puede movilizar una red de solidaridad en horas.

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El grupo de animadoras y de baile, con apoyo de la facultad, seguirán recibiendo donaciones y organizando la distribución de víveres para quienes los necesiten, con el compromiso de continuar hasta que ya no haya necesidad.

Los paquetes de ayuda se han entregado con discreción para proteger a los afectados, y aseguran que así continuarán para resguardar su identidad.

“No estamos pidiendo nombres, números, ni ningún otro tipo de información. Solo queremos una dirección a donde podamos llevarles un paquete. Lo dejaremos afuera de su puerta, y pueden salir a recogerlo cuando se sientan cómodos”, enfatizó Danna.

 

Bolsa de víveres donados entregada a un hogar en Anaheim. Foto de Karla Gachet para palabra

 

Así como Local Hearts Foundation y el equipo de animadoras y de baile de la escuela superior Katella, hay organizaciones en todo el país dejando bolsas de alimentos a quien las necesite, sin hacer muchas preguntas.

Porque mientras haya miedo, habrá corazones dispuestos a enfrentarlo. Y brazos que se extienden no solo para cargar víveres, sino para sostener a quienes sienten que el mundo se les viene encima.

En cada entrega, en cada mensaje de aliento, late una promesa: no estás sola. No estás solo. Aunque el futuro se vea incierto, esta red invisible de solidaridad sigue creciendo, tejida por manos que no se conocen, pero que se reconocen en la necesidad del otro.

Y mientras esa red siga viva, ningún acto de bondad será en vano. Porque en tiempos de miedo, la compasión también se contagia.

Andrés H. Martínez es periodista, escritor, y creador de contenido con experiencia en redacciones locales y proyectos de narrativa nacional. Actualmente contribuye a palabra y otros medios de comunicación y es tesorero de NAHJ Los Ángeles. Andrés se graduó de Cal State Fullerton. @andres_h_mtz

Karla Gachet es una narradora visual ecuatoriana que ha documentado extensamente la diáspora latinoamericana durante casi 20 años, enfocándose en su cultura, territorio, derechos indígenas, migración y temas medioambientales. Su trabajo ha sido publicado en medios reconocidos como National Geographic Magazine, Smithsonian y The Washington Post, y ha sido galardonado en concursos como World Press Photo, POY y POY Latam. En 2023, recibió una beca de Explorer de National Geographic Society para liderar un proyecto colectivo sobre la cumbia en las Américas. Además de su labor documental, Gachet trabaja como editora para colegas y como mentora de nuevas generaciones de fotógrafas y fotógrafos. Es integrante de Ayün Fotógrafas, un colectivo de mujeres narradoras visuales conectadas con América Latina. Desde hace nueve años, documenta comunidades latinas e indígenas en Estados Unidos. @kchete77

Patricia Guadalupe, criada en Puerto Rico, es una periodista multimedia bilingüe radicada en Washington, D.C. que cubre las noticias de la capital para medios en inglés y español, además de ser la editora interina de palabra. Fue presidenta del local en Washington, D.C., de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos y anteriormente trabajó como reportera en la ciudad de Nueva York. Ha sido editora y reportera de Hispanic Link News Service, reportera de WTOP Radio (afiliada de CBS News), corresponsal en Washington de WKAQ Radio y Radio Bilingüe, reportera colaboradora de la cadena CBS Radio y Latino USA de NPR, y es corresponsal  para NBC Latino y la revista Latino, entre otras. Es graduada de Michigan State University y tiene una maestría de la George Washington University. También es profesora adjunta en la Facultad de Comunicación de American University y en el buró de Washington de la Facultad de Periodismo de Florida International University. @PatriciagDC

 
 
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